viernes, 7 de noviembre de 2008

Demonios interiores

Escondidos entre
la sangre y la carne,
devoran mis sentidos
corroen mis latidos
contaminan mi mente
se apoderan del alma herida.

Naufrago de mi,
retal de mis recuerdos,
transeúntes de memorias de lo que fui
camino exhausto en círculos.

Herido en el centro de mi cuerpo,
siento ser diana de un juego de cadáveres y almas.

Ahogado en un mar insondable,
quemado de dentro a fuera,
seco de espíritu o alegría,
inserto en un barrizal de escombros,
allo el cadáver exquisito y sin sentido de mi espiritu.

5 comentarios:

jazzdelcuento dijo...

Lo que no sabe el naufrago es que debajo del barrizal hay un motor de 20 cilindros con laser de turbos gpi, que ademas de llevarlo donde el quiera convierte los demonios en vitaminas.
Me encanto el escrito.

ale dijo...

Gracias apañao, ultimamente te hechao un poco en falta para nuestro asunto. Pero me encanta ver que todo se supera, y tu eres el ejemplo. Gracias por escribir por aqui, yo soy uno de los que te sigue aunque muchas veces lo haga en silencio. Un abrazo fuerte y animo con tu mundo de viento.

Bahú bamba Lelë dijo...

Joder Emilio qué bueno ere!
Algunas ideas para poner el motor en marcha:
1. Los demonios son una cosa y la alegría otra muy distinta. Intenta no mezclar temas, aunque los dos estén por dentro vienen de lugares muy distintos, incluso si es necesario pueden convivir durante un tiempo.

2. Toma caldito, mantén ordenadas las cosas, proponte acostarte antes de las 12 sin margen, colacao, zapatillas, no estés en pijama por la mañana (eso confunde), y cuando tengas todo eso dominado hazlo tuyo como tu sabes.

3. Abraza más, pide abrazos, abraza más, pide abrazos, abraza más, ...

4. Sé paciente, una herida no se cura de un día pa otro.

Tu verás qué buenas vitaminas te salen de los demonios.

ale dijo...

Gracias.

jazzdelcuento dijo...

bahu en todo de acuerdo menos en lo de a las 12 sin margen.
El primer punto me parece crucial, es una realidad que demonios y alegria conviven. Alguno he tenido yo mirando por la cerradura en momentos intimos de amor, o en una cena familiar.
Abrazos grandes y elasticos